Basta de simplonería gay

LA ACERA DE ENFRENTE

Por: MARÍA GALINDO

Integrante de Mujeres Creando

29 de Junio – 2020

Katarismos, indianismos e indigenismos han propuesto la descolonización del territorio y la reorganización de todo desde lo “originario”, lo “ancestral”, lo “precolonial”, lo “descolonizador”. Los debates entre estas tres corrientes han girado en base al territorio, la historia y la resistencia de los pueblos “indígenas”; esa lucha se ha plasmado en el nuevo nombre de esta tierra como Estado Plurinacional, en el reconocimiento constitucional retórico de las 36 naciones indígena originarias y en una lucha paliativa balsámica e intrascendente contra el racismo “anticholo” y “anti-indio”.

La influencia de la Iglesia Católica, a través de sus ONG, ha direccionado también ese debate y se ha dedicado a convertir a los líderes indígenas en portavoces religiosos. Pensadores como Javier Albo han tenido influencia decisiva en las luchas indígenas.  Es así que en Bolivia hemos perdido, no hemos asumido, o hemos negado, los debates en torno a nuestros cuerpos. Vivimos en una sociedad de represión y vergüenza corporal, de violencia sexual y física ininterrumpida, sin poder entender lo urgente del debate del cuerpo; sin poder entender lo urgente de la comprensión del cuerpo, el placer y el sexo, y sin saber por dónde empezar. ¿Por qué nuestro destino es la vergüenza y la represión, por qué el castigo corporal es algo tan cotidiano, cuanto de coloniales son nuestros “usos y costumbres”?

Lo “indígena” no tiene que ver con cómo nos vestimos, sino también con cómo nos desvestimos, nos miramos y nos tocamos. La solución al racismo no es poner una “cholita” de recepcionista, sino la capacidad debatir, criticar y replantear la forma en cómo circula el deseo erótico en nuestra sociedad. ¿Por qué Gabriela Zapata es eróticamente deseable y Felipa Huanca no?

El chacha warmi y la vertical e incontestable división sexual en la que lo masculino y femenino son antagónicos y obligatoriamente complementarios, que es el supuesto de toda la organización del mundo indígena, no es más que la moldura colonial del catecismo metido a plan de azotes, persecuciones y escarnio histórico. 

La mariconería boliviana adopta las denominaciones GLBT (gay, lesbiana, travesti, transexual, etcétera) importadas por las  ONG, sin atreverse a pensar en la descolonización de nuestros cuerpos. Aceptan colocarse como lucha secundaria de la demanda de derechos cuando constituimos los cuerpos, donde masculino y femenino hallan su desorden, hallan su mistura, hallan su complejidad, hallan su relatividad, hallan su jolgorio.

La lucha maricona es la lucha por la descolonización de nuestros cuerpos, no por la conquista de una de las instituciones patriarcales más nefastas, como es el matrimonio. La lucha maricona es la lucha por la soberanía de nuestros cuerpos, no por la “aceptación” y el disciplinamiento de nuestros cuerpos.

El cuerpo marica, lo marica, la mariconada a la que pertenezco representa el cuerpo en el que la sociedad puede releer sus cuerpos,  releer sus deseos, redibujarse como en un espejo. Por eso mismo nos desprecian, matan, ridiculizan y castigan. Lo hacen para evitarnos, para expulsarnos del colegio, del trabajo, del barrio, de la familia o de la comunidad y así no tener que repensarse. Lo nuestro es el centro del placer y no la limosna de derechos inservibles.

María Galindo es miembro de Mujeres Creando.

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