Salvar Bolivia o hundirse con ella

 

LA ACERA DE ENFRENTE

Por: MARÍA GALINDO

Integrante de Mujeres Creando

24 de Marzo – 2025

Déjenme usar irónicamente este título para comenzar diciendo que no hay candidatura alguna que salve Bolivia.

La idea de salvar al país, la pretensión ridícula, machista y patriarcal de creerse, pretenderse, presentarse o erigirse como salvador es concentrar las soluciones en una persona. Quien se presente como tal es un acomplejado machito que tiene que compensar su masculinidad y alimentar su insaciable ego.

Antes de entrar a mi respuesta a la invitación que he recibido para ser candidata a presidenta del país por una sigla, quiero invocar mi derecho al error, que es el único derecho en el que creo.

Puedo estarme equivocando tanto si digo SI, como si digo NO. Es una encrucijada que no se puede resolver diciendo; es que la gente me lo ha pedido. Yo no actúo a pedido, soy capaz de actuar a contracorriente de forma solitaria guiada por mi instinto de perra callejera.

No soy tampoco ni feminista, ni anarquista de manual. Con mi pensamiento y mi practica estoy revolucionando ambas teorías políticas y creo que en ambos casos el

estancamiento en posiciones dogmáticas y estáticas es un problema.

Estoy consciente que el Estado no concentra toda la política, ni la parte más creativa ni más interesante de la política. De ninguna manera quiero sumarme al mito simplista que desde el Estado es desde donde se toman las decisiones. Los procesos son históricos, son colectivos, se gestan y crecen abajo y afuera y su destino más potente no es llegar a la administración del Estado. Muchas veces y especialmente en Bolivia el poder del Estado es una ficción de poder. Sin embargo, cuando me invitaron recordé la candidatura del 78 de Casiano Amurrio y Domitila Barrios de Chungara, ellos sacaron un puñado de votos, pero sembraron una estela de lecciones políticas, también en mi que habré tenido unos 14 años.

Una candidatura mía hoy, podría patear el tablero electoral en lugar de adornarlo o desempolvarlo. Sería muy útil para mover esta campaña de la banalidad de ver un candidato disfrazado bailando saya o comiendo ají de fideo a la discusión de temas centrales para el país. Creo que podría abrir las puertas de esa discusión a una cantidad de activistas del medio ambiente, el animalismo, las discapacidades, la educación para revolcar juntos, juntas y juntes las cuatro tonterías con las que quieren atontarnos para llevarnos a votar por desesperación y descarte.

Por eso cuando recibí la invitación, dije que sí, pedí permiso y lo discutí con mis compañeras de Mujeres Creando a quienes agradezco el respeto con el que recibieron la noticia.

Empecé a escribir un programa electoral poético, combinando posibles y concretos con imposibles y utópicos, pequeñas propuestas, con grandes propuestas. Me dediqué a redefinir la economía y los criterios de la representación política.

Entre borrones aparecieron ideas, citas bibliográficas y personas a quienes convocar a esta locura.

Referendum informado para resolver el litio.

Incorporación de todos los, las y les aprobados para residencias medicas en un cupo con turnos de 8 horas diarias y no de 72.

Cambiarle el nombre y el sentido al ministerio de gobierno y que sea ministerio del diálogo.

Pasar de hablar de gobierno a hablar de formas múltiples de autogobierno.

No acabar con el Estado, pero si con el parasitismo estatal,

convertir las fuerzas armadas hoy parasitarias en fuerzas dedicadas al estudio de la geografía del país y la protección de bosques, aguas dulces flora y fauna.

Prohibir la importación de mercurio.

Así salían 5 propuestas por minuto.

 

¡Cómo no lanzarme a esta piscina sin agua sabedora que una porción grande de los, las les jóvenes votarían por mí, que una porción gigante de mujeres lo haría, que los locos de este país abandonarían los psiquiátricos para sumarse a mi campaña, que los niños, las niñas y les niñes pedirían su derecho al voto y a la felicidad y que por fin los las y les artistas se convertirían en un sujeto político de voz y relevancia!

¡Cómo no lanzar por fin la campaña de las ovejas negras y las hijas rebeldes, la campaña de las madres solteras y de las chotas de cinco centavos sin cálculos y sacar a miles del estado de desesperación en el que nos quieren hacer caer!

Ganar o perder sería lo de menos, porque nos divertiríamos a fondo y removeríamos rabia e indignación politizando nuestras pasiones y saboteando toda resignación.

Es entonces, cuando hervía de entusiasmo, que tuve una pesadilla con Max Weber, pesadilla a la que asistieron también Aristóteles, Lenin y Marx, bajo la mirada de Mussolini y Hitler. Vinieron en el frío de la noche a mi cama a recordarme que un programa electoral no es el cuento de ALICIA EN EL PAIS DE LAS MARAVILLAS.

Max Weber me dejó escrito de su puño y letra en mi almohada lo siguiente:

“Quien se mete en política, es decir quien accede a utilizar como medios el poder y la violencia, ha sellado un pacto, de tal modo que ya no es cierto que en su actividad lo bueno solo produzca el bien y lo malo el mal, sino que frecuentemente sucede lo contrario”.

Desperté rígida y adolorida por el frío de esas palabras y escribí 6 condiciones para aceptar la candidatura, las mismas que entregué a mis anfitriones en mano propia:

Condición uno: yo elegiría a mi acompañante de formula. De hecho, lo elegí e inclusive lo aceptaron.

Condición dos: las cuentas de la campaña serían separadas y no podrían recaudar dinero ni manejarlo, en mi nombre. Estoy dispuesta a hacer una campaña sin un peso boliviano, sustentada únicamente en la creatividad.

Condición 3: haría mi campaña y mi programa por mi cuenta sin aceptar censura alguna.  

Condición 4: no aceptaría la candidatura como integrante de la sigla, sino como invitada. Los partidos políticos no existen y todos son únicamente siglas. Letras sin contenido alguno basados en personajes y clientelas políticas que aspiran al control, la patrimonialización y el usufructo para bien propio de porciones del Estado. Parte de mi campaña iría dirigida a cuestionar el conjunto del sistema político como un sistema fraudulento en cuanto que esta fundado en el supuesto de estructuras partidarias que no existen, siendo la existencia y aprobación o cancelación de siglas artimañas burocráticas anti politicas.

No hay ideologías, no hay partidos, no hay representación política y no hay izquierda, ni derecha.

Hay ambiciones, caudillismos, y construcción de odios sociales y desesperación para construir electorado.

Condición 5: las listas para diputados, diputadas senadores y senadoras serian revisadas y consensuadas una a una, constituyendo ese espacio mayormente por invitados e invitadas no bajo criterios meritocráticos, sino de significatividad social.

Las bancadas no pueden ser solo territoriales, sino que deben ser además de ello basadas en las principales luchas sociales bancada de los animales, de los boques y las aguas dulces, de las mujeres y la mariconada, de los niños, niñas y niñes, de los, las y les jóvenes, de todos y cada uno de los pueblos indígenas, de la educación y la salud, etc.  Hay que poner ese parlamento de cabeza y todos y todas quienes han pasado por ahí deben irse a sus casas para dar paso a quienes desde hace años estudian a fondo y luchan por cada milímetro de esperanza. Las elecciones parlamentarias deben convertirse a futuro en elecciones de listas abiertas y no cerradas.

Condición 6: Toda mi campaña estaría basada en lo que podemos llamar anticorporativismo. La política boliviana no es ni partidista, ni ideológica; es corporativista. Está constituida por corporaciones que yo llamaría mafias autárquicas dentro y fuera del estado. Mafias o corporaciones que negocian sus intereses a puerta cerrada. A eso de forma simplona se refería en Buenos Aires García Linera; se cerraron con los empresarios les concedieron todo a cambio de su gobernabilidad y no hubo proceso de cambio alguno porque hicieron lo mismo con militares, policías y narcos construyendo una gobernabilidad extorsiva y corporativista.

El Aparato de justicia es una corporación mafiosa, el aparato de salud es una corporación mafiosa, la policía es una mafia autárquica, y así sucesivamente.

Una política anticorporativista es una forma de política urgente y representaria la única transformación real de las relaciones con el Estado y dentro de este. Hay que desactivar el poder corporativo de forma urgente.

Para que se me entienda: Intervenir la caja nacional de salud, por ejemplo, es una política anticorporativista.

El costo de este modelo mafioso lo están pagando mas que nadie los, las y les jóvenes y la gente de a pie. Hasta un simple item de portero puede depender de tu adhesión a esas estructuras.

Ningún político habla de esto porque de hecho puedes perder el voto de la policía, de las fuerzas armadas, de los médicos o del aparato de justicia y sus respectivas familias.

Cuando entregué estas 6 condiciones, recibí otras dos invitaciones de otros dos portavoces de la misma sigla.

Uno de ellos me ofreció convencer al conjunto para que me acepten y pasé de ser invitada a solicitante de ese lugar, aunque nunca les había tocado la puerta. Lo despedí con una sonrisa recomendándole bajar de su pedestal para hablar conmigo una próxima vez, el otro portavoz muy amigablemente me quiso recordar con paternalismo que la política según él, es aceptar aquello y aquellos que has cuestionado toda tu vida, como si yo no fuera portadora de nuevas prácticas políticas que hacen que hoy tenga la legitimidad y la credibilidad social que tengo y de la cual el sistema carece en su conjunto.

Me quedó claro que el costo de aceptar la candidatura iba a ser cargar con la imposición de una bancada. Agradezco la invitación, les doy una respuesta prematura y sin rodeos para que se busquen otra escalera.

Yo no necesito ser candidata y no soy yo que les necesito, sino ellos a mí.

Hubiera dicho que sí, pero digo que no.

Hubiera dicho que sí por estima con una de las personas que me invitó, le deseo suerte, pero digo que no.

Hubiera dicho que sí para usar la campaña como pretexto para discutir el país que queremos, pero digo que no.

He llegado a tocar el corazón de la gente, gozo del cariño, el respeto y la credibilidad de la gente de a pie en todo el país y es por eso que me han invitado, para usar ese cariño a su favor.

No les importa que pienso, ni que propongo solo quieren tomar ese afecto popular del que gozo y utilizarlo para asegurarse un lugar en el próximo parlamento, por eso, exactamente por eso, digo que no.

Lo que estoy sembrando está creciendo debajo del asfalto, sus raíces erosionan el piso que ustedes pisan, yo no tengo impaciencia y menos ambición, vengo luchando 32 años. He aprendido a hacer brotar agua de las piedras.

Soy más útil, más digna, más peligrosa y más feliz en la calle, puedo hacerle doler la cabeza a los candidatos desde un pinche programa radial, pero no solamente eso.

Del poder que creen tener sobre nosotras hace rato que les hemos destituido, lo que viene no tiene todavía nombre, pero tiene fragancia y huele a esperanza.

No puedo salvar a Bolivia porque tendría que salvarla de ustedes señores candidatos,

Pero puedo abrazarme a ella y decirle en el oído mis secretos culinarios con los que preparar una sabrosa rebelión.

No revelo la sigla y no lo hare porque da lo mismo. De mi boca no saldrá porque no les deseo ningún mal y este análisis se aplica a cualquiera.

Hubiera dicho que sí, pero digo que no

Cambio mi derecho a ser candidata, por nuestro derecho de transformar el país.

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