Carta abierta a Carlos Mesao

En octubre del 2003, Carlos Mesa no se hizo parte de la masacre al pueblo alteño y abandonó a Sánchez Lozada cuestionando públicamente la violencia contra la gente en revuelta pacífica. Se enfrentó, como lo cuenta en su libro Presidencia sitiada, también al embajador de  Estados Unidos.

Por mucho tiempo pensé que guardaba esos días como un preciado tesoro de coherencia con el valor de la vida. Pensé muchas veces, aunque nunca se lo pregunté directamente, que después de esos sucesos, Carlos Mesa sentía que se había equivocado en aceptar la candidatura a la vicepresidencia de Sánchez de Lozada.

Este juicio sirve para el futuro, para que nunca más un presidente se atreva a lanzar tanques y militares a bala contra un pueblo en revuelta.

No entiendo cómo es posible, ni bajo qué argumentos, hoy Carlos Mesa se niega a asistir como testigo.

No lo entiendo y no lo acepto.

Me dirijo a Carlos Mesa para pedirle en nombre de nadie, porque nada soy que rectifique su posición y vaya corriendo a declarar lo que sabe, y lo que vivió en primera persona.

Palabra por palabra, que lo haga por la primera víctima que fue Marlenita, asesinada en Warisata. Lo que está en juego en La Florida es el único pedacito de justicia donde bolivianas y bolivianos podemos inscribir nuestras esperanzas de verdad. La mujeres y los pueblos sabemos que la impunidad reproduce impunidad y la justicia reproduce justicia.

Le pregunto directamente a Carlos Mesa, ¿no fue un gran valor para la democracia el juicio contra García Mesa? ¿No hubiera exigido él que cualquier boliviano que algo hubiera podido declarar en ese juicio lo haga, por Marcelo Quiroga y por los asesinados de la calle Harrington?

Nada diferencia este momento histórico de ese otro juicio y si el cuestionario escrito no basta, y hay necesidad de una testificación oral o de tallar en piedra el relato de los hechos, simplemente hay que hacerlo y acompañar a las víctimas que han logrado poner a Sánchez de Lozada y a Berzaín en el banquillo de los acusados.

La negativa a declarar no es simplemente guardar silencio, sino que es colaborar con los masacradores de forma indirecta, porque ningún testimonio tendrá el peso que el suyo tuviera, por su implicación como segunda autoridad del gobierno de entonces.

La defensa de Sánchez de Lozada está usando, en Estados Unidos, el libro Presidencia sitiada, de su autoría, como prueba para demostrar la inocencia de los masacradores. Igualmente están  usando el libro de Felipe Quispe para volcar el sentido de los hechos. Esa es una razón más para que Carlos Mesa viaje a los Estados Unidos, incluso a nado o a pie, a recoger la verdad y el sentido de sus propias palabras.

Negarse a dar testimonio de la masacre cruel y asesina de octubre de 2003 es traicionarse a sí mismo, es traicionar al pueblo boliviano, es traicionar la verdad de los hechos y dejar que Marlenita sea asesinada por segunda vez en Warisata, no por una bala militar, sino por un argumento judicial.

Para que ningún presidente en el futuro se atreva a masacrar en Bolivia en nombre de la gobernabilidad, de la democracia o de la estabilidad a los y las bolivianas, es fundamental que el juicio en La Florida contra Sánchez de Lozada y Sánchez Berzaín siente precedente.

No es que soy una desubicada, me ubico, se trata de un juicio civil y no de un juicio penal, pero es este juicio civil el que puede convertirse en prueba de justicia para continuar hacia el juicio penal y la extradición.

“Ni olvido, ni perdón; justicia, no venganza”. Fueron tus palabras en La Ceja de El Alto, apenas fuiste posesionado como Presidente. Que esas palabras no sean demagogia; esa justicia que invocaste ese día está hoy en tus manos. Te pido que no borres con el codo lo que has escrito con la mano y vayas corriendo a declarar.

Marlenita te está esperando con su mirada congelada, en sus nueve años.

La acción de distanciarte del gobierno de Sánchez de Lozada para convertirte en aquel momento en una especie de cuña, desde donde se abriera un espacio pequeño de esperanza en medio de la masacre, concluye recién con tu testimonio claro, directo y frente a frente sobre la masacre cometida en el juicio hoy en curso. Sánchez de Lozada afirma que lo hiciste por ambición; tú dices que lo hiciste por humanidad, eso hay que repetirlo las veces que haga falta. Te lo debes a ti mismo.

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