Inspiradas en la defensa de las víctimas de la masacre de octubre 2003, Mujeres Creando tocó las puertas de la Clínica de Derechos Humanos de la Universidad de Harvard para presentarles otra forma de masacre que no es titular de los periódicos y que nadie la reconoce como tal: la masacre a las mujeres bolivianas que es una masacre a goteo, a través de feminicidios que suceden rutinariamente cada tres días a lo largo y ancho del país.

Una masacre marcada por la soledad de las víctimas puesto que los casos se presentan socialmente como si uno no tuviera nada que ver con el otro, por lo que madres, amigas y hermanas peregrinan ajenas unas a las otras, en busca de justicia, sin poder constituir juntas una causa común, como lo hacen las víctimas de octubre 2003.

 Les propusimos el tema del feminicidio como masacre, les solicitamos el análisis y la auditoria jurídica de algunos casos y les pedimos un informe institucional sobre la situación de la atención de los feminicidios por parte del Estado boliviano.

La Clínica de Derechos Humanos de Harvard analizó el problema y de forma original e inédita asumió el reto.

Una comisión técnica integrada por doctorantes de la universidad acaba de terminar la primera fase de la investigación.

No recurrimos a Harvard como primera opción; al contrario, primero acudimos a Gabriela Montaño para pedirle de forma directa tres cosas: la declaratoria de alerta roja nacional, la constitución de una comisión parlamentaria para la auditoria de los casos de feminicidio cometidos desde la promulgación de la ley a la fecha y la urgente reforma de la Ley 348, que tiene una serie muy grave de errores que están determinando justamente que muchas de las denuncias de violencia machista queden en la impunidad y deriven en feminicidios.

Gabriela Montaño, siempre sujeta a una agenda partidaria mezquina, en la que la gente no cuenta para nada, una mujer que como tantas otras se pone el rótulo de feminista cuando le conviene, como un simple adorno, ni siquiera respondió a nuestra solicitud.

Aunque no lo crean, el exfiscal  Guerrero, a tiempo de irse, presentó recién  un baremo que determine los días de impedimento que un forense debe otorgar a una víctima de violencia, por lo que el Instituto de Investigaciones Forenses ha funcionado sin baremo estos 12 años de masismo.

 En el equipo del Presidente cuentan ya dos feminicidios: uno en el grupo aéreo presidencial y el más reciente, en el equipo del Ministerio de la Presidencia. El Presidente ni siquiera se ha pronunciado ya por la última asesinada, porque siendo su gobierno un nucleo misógino y machista seguramente le parece ya normal.

Los procesos por feminicidio están plagados de pericias mal hechas, cadenas de custodia desprolijas, retardación de justicia para empujar a las víctimas a dejar los casos en la impunidad.

En la Ley 348 se anuncia la creación de juzgados especializados en violencia machista, pero se han creado sólo dos, que además deben atender los casos de corrupción también, por lo que la sobrecarga procesal condena a la indefensión completa.

Aunque no lo crean, es mejor y más detallado el registro de los feminicidios que realizan los medios de comunicación que los que realiza el Estado, al punto de  que no hay una base de datos estatal de las mujeres muertas por feminicidio, la casuística, el estado de los procesos, etcétera.

Aunque no lo crean, es tal el nivel de impunidad en los casos de feminicidio que el ingeniero Bosque, directo implicado en el feminicidio de Verónica Chino, en la Facultad de Agronomía, no sólo está libre, sino que se está repostulando sobre el cadáver de una de sus estudiantes, habiendo la Fiscalía rechazado nuestra apelación.

La Clínica de Derechos Humanos de la Universidad de Harvard no tiene el poder de resolver estos problemas, pero el informe que esta instancia internacional produzca nos permitirá: cohesionar a las víctimas, presionar de forma más directa al Estado, develar lo que está sucediendo y demostrar el porqué con la tipificación del delito no basta.

Hagan nomás su carnaval de elecciones primarias y pasen de proclamación en proclamación, mientras el resto de la sociedad sigue en lo que sigue: mover todo lo que realmente importa.

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