El ministro de Comunicación Canelas ha prometido garantizar la libertad de expresión y la pluralidad en los medios de comunicación estatales. Esperemos que el Ministro entienda el pluralismo no únicamente circunscrito a la mediocre, opaca, aburrida, dispersa y nada representativa “oposición» parlamentaria, sino a una infinidad de voces, luchas y causas sociales que no giran en torno al MAS, y su proyecto.
De más está decir que no sólo le tomamos la palabra, sino que le creemos de hecho, en sus espaldas está descargada una de las mayores expectativas, pues es uno de los pocos ministros que goza ampliamente de la credibilidad social, ganada en sus años como diputado nacional especialmente.
Sin embargo, más allá de la pluralidad está el acceso a la información como un pendiente fundamental.
¿Cómo podríamos hacer para saber cuánto gasta el gobierno en el programa Evo Cumple o para conocer los números reales de BoA, Entel o cualquier otra empresa estatal?
¿Cómo podríamos hacer para saber cuánto nos cuesta el avión presidencial operativamente?
¿Cómo podríamos hacer para saber cuáles son los términos en los que la Cancillería está discutiendo la llamada ley de “libertad religiosa” que está discutiendo el Gobierno y las sectas fundamentalistas a espaldas de la sociedad?
¿Cómo podríamos hacer para saber la situación real de las exportaciones de gas o la situación real del trato con las transnacionales?
¿Tenemos que creer en la palabra de los altos funcionarios que salen en conferencias de prensa restringidas, que dan lugar a preguntas restringidas y que con temas peliagudos no quieren responder?
¿Tenemos que creer en la palabra de altos funcionarios que sólo asisten a programas de televisión donde nadie les hará una pregunta incómoda y donde l@s periodistas se han resignado a no perder su puesto de trabajo, donde l@s periodistas se someten al guion oficial y ya ni siquiera preparan la entrevista?
¿Cómo podríamos hacer para saber y saber, y saber cientos de miles de cosas que tienen que ver con la gestión del Estado, información a la cual no tenemos acceso?
Por falta de acceso a la información copan en la agenda informativa temas tan banales y absurdos que parecen hasta prefabricados por el propio gobierno, como el irrelevante tema de la nacionalidad de la Presidenta del Senado.
Por falta de acceso a la información, el periodismo en Bolivia se ha vuelto casi exclusivamente declarativo, unos dicen una cosa y otros responden otra; pocas veces vamos al fondo de las cosas y vamos perdiendo profundidad día a día.
Por falta de acceso a la información cualquiera puede especular cualquier cosa porque no hay cómo contrastar datos.
Por falta de acceso a la información pareciera que vivimos en una monarquía, en la que es más importante saber cuántas flexiones hace el rey que cómo se gestiona el dinero público de tod@s.
El acceso a la información no es un detalle de la democracia, sino un componente fundamental de la democracia. El acceso a la información no es un derecho de periodistas o medios de comunicación, sino de la ciudadanía, y si no les gusta la palabra ciudadanía, les propongo la palabra plebe, es un derecho de la plebe (por cierto, la palabra plebe corresponde a un régimen monárquico).
Prueben a ir a buscar información al Estado munidos de su carnet de identidad y ya el guardia de la puerta los sacará tostando.
Prueben ir a buscar información y ser un estudiante de colegio, una estudiante universitaria, y vivirán la más humillante de sus experiencias de ciudadanía.
Prueben ir a buscar información que incomoda munidos de un carnet de identidad, prueben a buscar información y les ganará el cansancio, el peloteo, el vuélvase mañana, el mande una carta.
Prueben a navegar en la red buscando información precisa actualizada y transparentada y les auguro la pérdida de horas y horas de búsquedas en vano.
Me quejo muchas veces de la mala calidad de los periódicos. Recuerdo con nostalgia el semanario Aquí cargado de información; hasta he llegado a tener nostalgia del semanario Pulso, que publicaba investigaciones.
No sé cómo hacen actualmente para llenar los periódicos, con razón me los ojeo en pocos minutos y me quedo con hambre de verdad, con hambre de democracia.