Una mujer católica puede renegar del Génesis que la describe como costilla del hombre y fuente del pecado, y declararse no sólo atea, sino también feminista. Los caminos de ruptura de las mujeres son laberínticos e infinitos. Hay mujeres que sienten que empiezan sus vidas después del divorcio y empiezan a entender y descubrir el feminismo a los 40; otras que le dan un giro de 180 grados a sus vidas un día cualquiera mientras sentadas en el minibús sienten que sus cuerpos son un contenedor de frustraciones que no va a ninguna parte.
Una mujer en prostitución puede descubrirse feminista mientras le chupa el pene a un prostituyente que para excitarse y por fin eyacular necesita insultarla.
Una ama de casa y amante esposa puede descubrirse feminista mientras se lava los dientes después de que todos en la casa lo hayan hecho y contempla el lavamanos mugre y el baño desordenado por todos esperando que ella con una mano invisible y muda sea la que limpia todo de nuevo para que al día siguiente pase exactamente lo mismo.
Una trabajadora del hogar puede descubrirse feminista cuando el sindicato de trabajadoras del hogar la invita a cursos de macramé y no de historia, cuando el hijo del patrón la viola en su cuarto y la señora se hace cómplice de su hijo y la bota del trabajo.
Una dirigente sindical puede descubrirse feminista cuando su compañero de organización cierra las puertas del sindicato después de la fiesta de aniversario para violarla con la complicidad de dirigentes y amigos, cuando nada por lo que lucha le llega ni a ella, ni a ninguna compañera de la organización.
El feminismo envuelto en un pañuelo de dignidad está escondido como dinamita en nuestras carteras, bolsas de mercado y quepis listo para estallar con la más mínima chispa que puede encenderlo inesperadamente. No es propiedad de unas cuantas ni menos aun reservado para intelectuales. El feminismo no es cuestión de libros y teorías sino de piel y rebeldías por eso no es la historia virtuosa de una heroína lo que hay detrás de una mujer feminista sino un nido de contradicciones que ha decidido romper con rebeldía.
Hay un feminismo intuitivo que practican cholas boconas y birlochas contestonas, hay un feminismo intuitivo en colegialas que exploran su sexualidad desobedeciendo a maestras y madres. Tampoco las modelos están vacunadas contra el feminismo porque cuando una de ellas se rebela y decide dejar de ser la muñeca del lugar, es el feminismo que se manifiesta en su mirada y la náusea la hace vomitar para empezar a pensar.
No es que Maricruz Rivera, Gabriela Montaño, Ximena Costa, o Leonila Zurita pueden o no pueden ser feministas. No se trata de una privatización del concepto, no se trata de que alguien tenga la potestad de decir quién lo es y quién no lo es. También hay maravillosas actrices porno que se han pasado al feminismo y que han generado verdaderas rupturas en todos y cada uno de los conceptos denigrantes del porno. No naces feminista, te haces feminista sobre la base de una crítica, de una postura de rebeldía; sobre la base de un cuestionamiento de tu propio papel en el mundo.
Así como hay un indio colonizado, que desea ser blanco y que usa el indigenismo como escalera para trepar al cargo, hay una mujer machista que usa el feminismo para trepar y sacar ventaja… Ese es el problema. Se trata de una relación utilitaria con el feminismo.
En el Miss Perú se sustituyeron medidas de cuerpo con cifras de violencia. No se trata de un avance, sino de un uso perverso. Es igual que promocionar el vegetarianismo comiendo parrillada porque es buena para la salud.
El feminismo es una fuerza de transformación de la sociedad que quiere ser sofocada y confundida todo el tiempo. Para cambiar el lugar, la denigración y la explotación de las mujeres en la sociedad hay que cambiar la sociedad, hay que cambiar los patrones de definición de lo masculino, los patrones de definición de lo femenino, desmitificar la familia, repensar la política y redibujarla enteramente. Entender que el trabajo doméstico es un trabajo y no un acto de amor, cuestionar la religión, entender la lucha desde el cuerpo y desde la vida cotidiana y así, empezando en la A y terminando en la Z. El feminismo no es una lucha por derechos dentro del sistema patriarcal, es una lucha antisistémica, sísmica y explosiva.