El aparato de justicia: Policía, jueces, fiscales y forenses incluyendo el Código Penal tiene una estructura y origen patriarcal que sigue vigente, por eso resulta imposible que ese aparato le dé solución a la cuestión del feminicidio, acoso sexual, violencia machista, irresponsabilidad paterna, violación sexual que son delitos mayormente y masivamente cometidos contra las mujeres.
La pregunta no es si la ley sirve o no, en principio se supone que es útil aunque cotidianamente muestra su inutilidad pues si de conseguir justicia se trata, siempre las más pobres, las más criminalizables como son las mujeres en prostitución, las trans o las lesbianas, quedan en la cola del sistema sin posibilidad de acceso a la justicia.
Los casos van por orden de prioridad racista, clasista y homofóbica. Lo mismo si se mide al victimador. Los más pobres de entre los hombres bajo una lupa clasista, racista y homofóbica serán considerados posibles victimadores y mientras más arriba en la escala social esté el victimador, menos posibilidad de juzgarle como victimador tiene la víctima.
En provincia, por ejemplo, las víctimas de antemano no son dignas de obtener justicia. Por eso, si la joven violada en Mairana no hubiera sacado los videos al Facebook, no hubiera accedido jamás ni a los medios de comunicación, ni menos aún a alguna forma de justicia. De hecho, la fiscal liberó al violador a pesar de las pruebas contundentes. Fue la astucia de la joven y sus estrategias creativas las que le posibilitaron la justicia que ella, para subsistir en provincia, necesitaba.
Justicia patriarcal es que la palabra de la víctima no tenga valor, que en un juicio por violación ella tenga que probar su inocencia, que una mujer que aborta sea penalizada, pero el aborto masculino sea legítimo.
Justicia patriarcal es que toda madre sea susceptible de ser vigilada judicialmente sobre el cumplimiento de una maternidad “buena”, pero que todo padre pueda presentarse ante un juez teniendo hij@s de diferentes parejas que no puede mantener y que se fije la asistencia familiar, no sobre la base de las necesidades de subsistencia de las wawas, sino sobre la base de la irresponsabilidad y comodidades del padre irresponsable que jamás se sentirá en la obligación jurídica, no sólo de criar y educar a las wawas, sino ni siquiera de ponerse un condón.
Justicia patriarcal es que toda víctima necesite de un abogad@ para ser representada y que no sea el Estado mismo, a través de la Fiscalía, que la represente.
Justicia patriarcal es que la víctima tenga que convertirse en investigadora porque la Policía ha convertido en rutina los feminicidios y no tiene la voluntad ni la pericia de recabar las pruebas.
Justicia patriarcal es que el sistema en su conjunto le achaque al alcohol, la fiesta o el deseo de libertad sexual las causas de la violencia machista, pero no así a la educación, al concepto de familia, a los patrones de los medios de comunicación o al discurso misógino del Presidente.
La justicia patriarcal quiere aislar cada caso para evitar el aglutinamiento de las víctimas y la crítica al sistema que sostiene, produce y legitima esa violencia. Busca las causas que la produjeron en teorías criminalísticas que conviertan a la víctima en responsable de la violencia que sufre.
Todo el sistema intenta intervenir sobre la víctima y no sobre el victimador. Ella sufre violencia machista no porque quiso emanciparse, sino porque es “carente de autoestima”, no porque se está rebelando, sino porque sale a bailar o se viste con escotes.
El victimador jamás es interpelado. Se lo encierra en una cárcel donde el tipo de reclusión será rifada por la Policía sobre la base de la extorsión económica que contra el victimador pueda utilizar la Policía.