No eran decenas, eran varios miles de gentes quienes estuvieron en la Plaza San Francisco. Llegue una hora antes que LOS BROTHERS, tal cual habíamos quedado, y la gente ya había copado las graderías ¿Por qué y quiénes estaban ahí?
La pregunta es interesante porque estábamos ante una convocatoria de sentimientos y motivos mezclados: curiosidad, jale de la cumbia y Los Brothers, también morbo, cariño y respeto por mi trabajo realizado desde una mini radio y en un programa de dos horas, cuatro días a la semana. De las 300 mil o 400 mil visitas que tienen varios de mis programas, al menos 5.000 personas estaban esa tarde en la Plaza San Francisco. Muchas personas llegaron desde diferentes puntos del país para disfrutar de algo que no tiene nombre: NO ERA UNA MARCHA, NO ERA UNA CONCENTRACIÓN POLÍTICA, ERA UN NO-ESPECTÁCULO QUE TENÍA COMO PROTAGONISTA A UNA FEMINISTA LESBIANA ANARQUISTA.
Lo que puedo asegurar es que era la gente de abajo y de a pie; de todas las edades; eran hombres, mujeres y mucha mariconada; muchas trabajadoras sexuales que pude reconocer en la multitud; grupos enteros familiares. Estaban ahí con la ocurrencia de hablarme directamente de un caso, sacarse fotos de su perro conmigo, de su wawa conmigo, bailar conmigo, aconsejarme, abrazarme, besarme. Todo, menos insultarme. Fue, sin duda, un acto de amor en el que varias veces quise llorar de emoción.
Sin complacencia
Consciente de que asistía a un acto masivo, preparé mi presencia sin complacencia porque no tengo adicción al aplauso. No me interesa la aceptabilidad y creo que podemos darnos y pedirnos más. Por eso el portaligas, para homenajear a las trabajadoras sexuales; por eso el vestido de la zona del cementerio, de la nueva moda chola para birlochas; por eso un modelo que marcara la estética de un cuerpo chato, ancho, barrigón que me ubica como anti señorita; por eso los guantes punkeros, de La Feria de la 16; por eso el baile con una pareja trans; por eso la coreografía patas arriba, con calzon al aire; por eso los graffitis y la interpelación constante al público. Por eso iniciamos todo con el anti himno, en la voz de Jane de la Cruz, que la gente escuchó con atención y tensión.
No fui a seder al amor de la gente. Fui a pedir de ese amor rebeldía, fui a pedir de ese amor apoyo, no para mí, sino entre mujeres. El público es el que sedió. Yo pensé que bailaríamos juntes, pero se quedaron estupefact@s contemplando, chillando, riendo y sin poderse mover porque había demasida gente y no había espacio para bailar.
Transformar el dolor y la humillación
Los Brothers dieron en el clavo, en el clavo del dolor, porque su cumbia alegre sirve para catalizar tanto dolor y tanta humillación, tanta frustración y tanta indignación en baile, alegría y risa.
Por fin pudimos, nosotras, gracias a esa cumbia, proponer y reproponer un transformar el dolor en rebeldía, la humillación en risa. Vengarnos del cansancio del vuelva mañana eterno.
Hay un gran cráter de contenidos ahí para hacer música, arte, baile, feminismo y cine.
Venimos siendo retratadas en los medios golpeadas, mutiladas, cortajeadas, encerradas en ataúdes y morimos cada día con las asesinadas ¡Cómo no revertir eso e invocar una resurrección, un renacimiento para nosotras! ¿Cómo no buscar el atajo por donde salir de la palabra víctima, para habitar vida y no muerte, alegría y no violencia?
La alfombra de la vergüenza con las caras nombres y apellidos de feminicidas y violadores, de fiscales y jueces corrupt@s fue un instrumento principal. Bailar sobre sus caras fue la coreografía que la gente amo. No es mi conterneo de caderas, sino mi saltar sobre sus caras lo que sedujo sin limite.
Caudillismo vs. romper la hipnosis patriarcal
Dicen que la concentración de esta rebeldía y de esta lucha en mí, como persona, es caudillismo. Quiero responder de forma directa a ese argumento porque, de hecho, creo que romper el círculo del caudillismo en la política es urgente para la historia del país.
De ninguna forma mi presencia es caudillista y no porque lo diga yo.
Vayamos al concepto. El caudillismo es la concentración en un salvador, mesiánico y paternal, es la solución que la gente esta buscando.
El caudillismo es convertirse en la ley incuestionable, no susceptible a la crítica.
El caudillismo es convertir todo eso en un proyecto de disputa de poder estatal.
No actuo para mí, sino siempre para una persona concreta que ha sufrido la más extrema injusticia. El objetivo no es la popularidad de Maria Galindo, sino la reversión de esa situación concreta, como lo vengo demostrando en ene casos.
Por lo tanto, no prometemos justicia, democracia o igualdad. No trabajamos desde lo abstracto, sino desde lo concreto. Es un trabajo, por tanto, infinito, el que nos proponemos. Eso me coloca en la justa medida de mi pequeñez. No lo puedo todo, puedo poco frente a todo lo que tenemos que hacer.
Nunca busco a la “víctima”, sino que es ella la que pide el apoyo y que en todo momento actúa desde su consciencia y su autonomía. Esa persona no es instrumentalizada, sino dignificada y cuidada, incluso física y psíquicamente.
No pido a cambio apoyo, sino reciprocidad con esta lucha y con el colectivo al que pertenezco y todo lo que hacemos.
Lo que estamos consiguiendo no es encumbramiento de Maria Galindo, sino ruptura de la hipnosis patriarcal. Por eso, los gritos fascinan porque nos despiertan. Por eso, la irreverencia seduce porque nos despierta. Por eso, las radios documentales tienen miles de seguidor@s y son divertidas porque nos reímos del poder.
Por eso el digipi diripi es un trabalenguas mágico y contagioso.
Todo esto es un esfuerzo hoy, inclusive musical, para despertarnos de la hipnosis patriarcal que colocaba nuestra servidumbre y humillación como una capa de legitimidad incuestionable.
Estamos levantando esa capa y haciéndola saltar, casi como en un despellejamiento social colectivo.
Política concreta
La sociedad entera está pudiendo entender de qué se trata. La forma de transmisión de lo que pensamos son los hechos y no las palabras. Ahí hay una novedad política muy importante: no es discurso, sino hechos lo que nos relaciona con la sociedad y es a través de esos hechos que la sociedad va tocando la belleza del feminismo y su potencia transformadora.
Las violencias machistas contra las mujeres han cambiado de lugar
Desde el 31 de enero que fue la primera marcha, la Línea de la Esperanza que fue la acción en legitima defensa de las vidas y las libertades de las mujeres, hasta la marcha del 7 de marzo y la toma del atrio del Tribunal Departamental de Justicia, hemos protagonizado varios actos que han ido conformando un círculo de sentido.
Lo que hemos logrado, en ese esfuerzo, ha sido sacar las violencias machistas contra las mujeres del lugar de tema secundario, del lugar de la crónica roja al centro de la preocupación social, política y mediática.
Ese traslado es para beneficio de todas y cada una a escala nacional. La gente lo esta percibiendo en los juzgados y las comisarias, donde están moviéndose con temor porque nos estamos moviendo colectivamente.
La interpretación mística
En todo esto hay mucha poesía derramada en detalles, que espero tener la tranquilidad de escribir lo antes posible. Pero, también hay un aura de energía inexplicable que necesito interpretar.
No creo que la propulsión de todo esto seamos simplemente nosotras, tengo la extraña sensación corporal de que las asesinadas – enterradas todas boca abajo o al revés, enterradas todas con gran dolor, asesinadas todas cuando decidieron divorciarse o estudiar o trabajar o decir basta – también están moviendo todo esto. Tengo esa sensación. Tengo la sensación de que bailaron conmigo sobre la alfombra de la vergüenza. Ellas están, ahí, diciéndome que la vergüenza ha cambiado de bando.
Solo puedo decir gracias a todos, todas y todes.