Tengo que decir que escribo sobre ella para ustedes a destiempo porque se nos ha muerto, porque no podrá leer estas palabras que le dedico y porque ustedes no podrán inmediatamente buscarla, como hacía tanta y tanta gente, en busca de su ayuda.

Karen era la primera voz y tantas veces la voz solitaria que se dedicó a alfabetizarnos sobre el bullying, a enseñarnos de qué se trataba y hacernos reflexionar sobre los motivos y las consecuencias.

Cuestionaba la violencia intrínseca del sistema educativo, pero se atrevía a soñar con cambiarla. No era parte de esas grandes masas que amasan los problemas sin ofrecer humildemente soluciones.

Karen ha tocado todas las puertas para que se haga algo contra el bullying; empresa privada, Ministerio de Educación, gobierno municipal, colegios de gran copete, como colegios fiscales. No quiero ni imaginarme cuánto de su maravilloso, y hoy sabemos corto, tiempo gastó frente a la sonrisa hipócrita de quienes luego de escucharla le cerraron las puertas.

Yo muchas veces le decía: Pero Karen si esos son unos usureros, no te van a hacer caso; ella se me reía sin muchas ganas de dar explicación alguna. Estaba convencida de que el bullying necesitaba una intervención urgente, que muchas violencias nacían allí, y que una intervención sanadora era fundamental. Por eso festejaba sus pequeños triunfos con un entusiasmo completo. Pero su gran dicha, su mayor y más grande alegría era la recuperación de los chicos y chicas que atendía; ese era su verdadero tesoro.

Su programa Trinchera escolar en Radio Deseo nació junto con la radio y se mantuvo con pausas a lo largo de los 10 años que tiene la radio.

Ella llegaba con motor propio, sonriendo, sin mucho tiempo más que para grabar, con una sonrisa que lo decía todo; su causa era su motor. Le bastaba con tener ella la consciencia de su importancia, le indignaba que el país entero mirara al otro lado cuando tantas cosas se podían solucionar, tantas violencias se podían erradicar si enfrentábamos el bullying en el colegio.

Estaba convencida de eso y actuaba en consecuencia. Después de no sé cuántos programas, después de no sé cuántos intentos porque el Ministerio de Educación saque un programa contra el bullying, después de tanto caminar y peregrinar, Karen decidió fundar un colegio, ofrecer y regalar a la sociedad un ejemplo de cómo se pueden hacer las cosas.

El único colegio de su especie, el único refugio donde un niño o niña que sufre bullying podía recuperarse; un modelo educativo distinto. No se trataba de un modelo sancionatorio, como funciona todo en Bolivia, a través de la sanción; ella proponía no la sanción, sino la sanación. Nada más ni nada menos. Proponía la sanación, propugnaba la sanación y la realizaba.

Logró abrir muchas puertas de medios de comunicación y de instituciones, y su propuesta creció, pero sí que recuerdo que en uno de los últimos programas que escuché de ella decía que Radio Deseo era su casa y era el lugar donde más le gustaba estar, porque se sentía libre, como nos sentimos tod@s en un estudio que no alcanza los cuatro metros cuadrados, pero que se atreve como ella a dejar lo que aparenta ser importante para entrar en lo que realmente es importante.

Karen era una radical que no estaba dispuesta a tranzar lo importante, era una radical que ha regalado alegría y esperanzas de vivir a tantos y tantos jóvenes a quienes ha salvado del suicidio. Se atrevió a entrar en el tema del suicidio de adolescentes a quienes el bullying les roba hasta las ganas de vivir; se atrevió a entrar en las entrañas de los colegios de gran prestigio donde el bullying abunda y prefieren tapar las dinámicas de violencia por el qué dirán; se atrevió a entrar en las dinámicas familiares que ni se enteran del bullying escolar porque son parte del problema de no saber dar afecto, de no saber hablar.

Ella era una especialista del amor, una especialista de la sensibilidad.

Gracias Karen, nos vas a hacer mucha falta, a tus wawas, a tus hermanas, a tu público en la radio, a tu colegio y a la sociedad, pero la semilla que has sembrado crece y florece, y seguirá dando frutos dulces.

María Galindo es miembro de Mujeres Creando.

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