Debajo de la tierra en el camino a Caranavi no sólo están l@s muert@s y especialmente l@s niñ@s que no pudieron escapar. Debajo de la tierra en el camino están los errores de la construcción de la ruta a Caranavi, que ahora nos quieren hacer pasar como que por las lluvias el cerro entero se ha movido, explicación que subestima nuestra inteligencia.

Debajo de la tierra en el camino está la mala calidad de las obras que entregan a medio terminar, con sobreprecio o mal hechas.

Concepción Ortiz, diputada masista yungueña, a la que seguramente ya le han pedido que se calle, ha relacionado la tragedia con la mala construcción del camino.

Debajo de la tierra en el camino está el despilfarro de las Fuerzas Armadas que demuestran, una vez más, que no sirven para nada. Cada vez que hay una tragedia, como en el caso de la basura de La Paz, mandan a los conscriptos, que son los pongos del siglo XXI, a levantar la basura o la tierra con sus manos, casi sin equipamiento, casi sin maquinaria, sin ninguna profesionalidad; porque se malgasta el dinero que se les asigna en los mismos lujos que en la época de la dictadura de Banzer.

Vemos a esos que llamamos “soldaditos” y les tenemos pena. No sabemos si comen o no, hacen el trabajo y sacan el nombre de las Fuerzas Armadas adelante; mientras los generales y coroneles bien gracias, despilfarrando el dinero que se les asigna.

Debajo de la tierra en el camino está la mediocridad extrema del Ministro de Obras Públicas que es capaz de salir en televisión a decirnos que la causa del movimiento de tierras son las lluvias, sin la mínima preparación, sin que un experto geólogo, quien debería trabajar en la ABC, pueda salir a explicarnos las causas científicas de lo ocurrido.

Debajo de la tierra en el camino está el sistema de salud, en el que se ha tenido que llevar a l@s herid@s al Hospital Arco Iris, un hospital privado y de la Iglesia, porque no hay otro mejor en el circuito, y en los hospitales públicos no hay camas disponibles.

Los caminos siguen siendo cementerios por una y por otra causa que no se ha resuelto.

¿Cuánto ha durado el control del GPS exigido a las flotas? ¿Tres meses, dos semanas? Aún recuerdo al Ministro de Gobierno de cara a otra tragedia, que ya  sólo recuerdan l@s huérfan@s, anunciar el sistema de control de velocidad de las flotas. Hoy no hay una que funcione con ese sistema. L@s usuari@s de las flotas del país nos subimos todos los días como quien puede estar tomando su último viaje.

El control técnico de Tránsito al transporte, especialmente al transporte interdepartamental, es un chiste que sirve para la extorsión, pero no para la seguridad.

El control de alcoholemia es frecuente en la zona Sur los viernes, pero es inexistente en los caminos.

El camino Cochabamba-Santa Cruz no se ha resuelto en 12 años de gobierno millonario. ¿Por qué deberíamos creerles que lo resolverán a futuro?

La tierra húmeda convertida en barro y mezclada con sangre yungueña nos refresca la memoria. ¿Se acuerdan que era viceministro de Transporte nada menos que Galo Bonifaz, un diputado pandino transportista, sobre cuyas espaldas está la tardanza y las posibles fallas aún no afloradas de la autopista al El Alto?

El deslizamiento del cerro en Caranavi no puede ser producto de las lluvias, sino de algún error en el trazado de la ruta, en el movimiento de tierras para la construcción del camino, porque si es así, las casas y los edificios también se caerían con las tormentas.

L@s muert@s del camino son de Evo, de un gobierno preocupado por las primarias y descuidado  lo que tiene que hacer. No ganan un sueldo para ganar elecciones, ganan un sueldo para trabajar y gestionar el Estado.

Salir con bata blanca visitando a l@s herid@s en circunstancias así es más bien un acto ridículo y es el uso perverso del dolor para legitimarse políticamente.

Debajo de la tierra está también la representación yungueña de Adepcoca, hoy en la cárcel y sin vocería legítima porque el ejecutivo se atrevió a proclamarse candidato a la Presidencia y a desafiar a Evo Morales.

Debajo de la tierra en el camino están las urnas de unas futuras elecciones cuya transparencia está en duda debido a la falta de credibilidad del Órgano Electoral.

Debajo de la tierra mojada en el camino está pues también la democracia. Para desenterrar a l@s muert@s sólo tenemos palas y manos, para desenterrar la democracia, también.