Empecemos por nombrar a las que te precedieron en el cargo. La primera fue Mirtha Quevedo, del MNR, exsecretaria de Sánchez Berzaín. Mujer que salió huyendo del país porque respaldó la Masacre de Octubre, porque no tuvo ni el más mínimo sentido de crítica respecto a su jefe. Espero que no te pase lo mismo y que no te fusiones al caudillo sin perspectiva propia. No quisiera verte cargar con sus injusticias, como alfombra de piso.
La tercera fue Gabriela Montaño, mujer que se amargó en el cargo, a la que la soberbia y el sentimiento de superioridad la hacen insoportable en una entrevista televisiva de 10 minutos, en los que no se le puede preguntar nada, porque va a hacer monólogos. Lo más despreciable fue la traición a su correligionaria Rebeca Delgado.
Ahora vienes tú. Supongo que tu nombramiento responde a dos corrientes simultáneas, en medio de las cuales estás: por un lado, la lucha que desarrollamos cientos y cientos de mujeres en las calles para descolocar el lugar de subordinación que ocupamos las mujeres en la sociedad, y, por el otro, la necesidad urgente del MAS de taponar las críticas a la fuerte y estructural misoginia, y machismo dentro del proyecto masista.
Apareces entonces como la cara amigable del partido, un partido en el que hay muchas mujeres que pudieron ser colocadas como fichas en el lugar que ocupas hoy tú, pero tú has hecho méritos, defendiendo las elecciones judiciales fallidas; tú has hecho méritos defendiendo las pasadas elecciones de Fiscal General; tú has hecho méritos demostrando lealtades hasta la exageración.
Dices que representas la inclusión por ser joven y mujer. Las mujeres de a pie estamos cansadas de la simplonería de que se suponga que la situación nuestra cambia porque una mujer forma parte de un esquema de poder. Déjame decirte que esa fórmula está trillada. La situación de las mujeres cambia cuando hay una agenda de lucha concreta. Y de l@s jóvenes lo mismo.
Si quieres salir del lugar que están cumpliendo todas las mujeres dentro el esquema masista, cual es el de ser una simple cuota biológica, sin contenido ideológico, te aconsejo lo siguiente.
Primero, ser coherente con tu propia historia, y así como pudiste resolver un aborto en una clínica segura, y sin riesgo de tu vida, impulses de inmediato la eliminación de la penalización del aborto en el Código Penal boliviano para salvar las vidas de las mujeres a quienes dices representar; las pobres que son las que mueren por infecciones y hemorragias, producto de abortos mal practicados.
Impulsar de inmediato la modificación de la Ley 348 que desde 2013, cuando ha sido promulgada, ha demostrado las decenas de errores graves que tiene. Nosotras, sin costo alguno, te podemos pasar el documento que expusimos N veces frente a dormidas parlamentarias, como Valeria Silva o Gabriela Montaño, que nos escucharon como oyen llover, cuando de las vidas de las mujeres se trata.
Formar de inmediato en la Cámara de Senadores una comisión de auditoría de los casos de feminicidio, similar a las auditorías impulsadas por Manuel Canelas. Una comisión con igual presupuesto y relevancia a las de la investigación de los papeles de Panamá.
Te solicitamos modificar la Ley de Trata y Tráfico de Personas que restituye competencias a la Policía sobre las mujeres en prostitución, competencias que usa la Policía para extorsionar y violar derechos humanos, y no para luchar contra la trata. Modificar también la ley del VIH, que acusa a las mujeres en prostitución de daño a la salud pública, cuando se les exige a ellas ser portadoras de un carnet sanitario y no así a los prostituyentes.
Van algunos consejos útiles: no te dejes nombrar en diminutivo, como lo hace el Vicepresidente cuando te dice “Adrianita”. Ese es un acto de minimizarte que muestra su resentimiento misógino, pero que afecta directamente la dimensión de tu trabajo.
No te dejes amargar la vida, no lo hagas, no en nombre de nadie más que de ti misma. No hay nada más patético que un político amargado, hablando amarguras todo el día por televisión, lo digo por tu jefe.
Felicidades y que viva la vida.